El sueño es fundamental para el desarrollo saludable de los bebés. Sin embargo, muchos padres enfrentan desafíos significativos a la hora de establecer buenos hábitos de sueño en sus hijos. Y es que, educar a un bebé (o a un niño) a dormir bien implica una combinación de técnicas, consistencia y altas dosis de paciencia. Para encontrar una solución viable al problema, en Divinity hablamos con Ana Planelles, creadora del programa ‘Ducha, cena y a dormir’, autora del libro ‘El solucionario del sueño infantil. Buenos hábitos para que las familias vuelvan a descansar’ y líder del equipo de profesionales cuya labor consiste en asesorar a los padres que buscan conseguir por fin poner orden al ciclo de sueño de sus pequeños.
Su éxito es tal que, en Instagram, se han convertido en toda una sensación, con casi cien mil seguidores. “Nos dedicamos sobre todo a acompañar paso a paso a esas familias que necesitan descansar. Nos vamos guiando en la evolución del niño y la de los padres (porque también es muy importante cómo se sienten ellos a la hora de hacer cambios) y los guiamos durante todo el proceso”, explica Ana.
Añade que “tenemos una herramienta que hemos puesto en práctica con más de 6.000 familias, la ‘escalera del sueño’, que en otras palabras, sería como si subieses una escalera en la que tienes que ir despacito, poco a poco, consiguiendo cada objetivo para llegar a la meta final, que no es otra cosa que dormir”.
Le preguntamos a la experta sobre los tiempos necesarios para que un niño aprenda a dormir bien y, aunque cada uno tiene sus ritmos, comenta que es muy relativo ya que “hay niños que evolucionan antes que otros, y dormir bien para unos padres significa una cosa y para otros lo opuesto. Quizás dos despertares les parece muy bien y para otra es un auténtico infierno. También hay que tener en cuenta la edad del niño, el historial que tenga, y cómo no, el agotamiento que tengan sus padres”. Para ellas resulta fundamental poseer un conocimiento previo de cada caso para establecer un plan, pero nos comenta que para empezar a notar un cambio en las rutinas de sueño han de pasar al menos cuatro semanas.
“Creemos que es el tiempo suficiente para que los niños evolucionen con los pasos que estamos dando, y también para que las familias entiendan cómo es el sueño de sus hijos. Y si por ejemplo se ve afectado por algún motivo, sepan cómo ponerle remedio”. En otras palabras, no enseñan unas pautas para un momento determinado, sino que ofrecen unos puntos clave para entender el sueño para ir paso a paso moldeándolo en función de cómo evolucione.
Se apresuran a explicar que el sueño es evolutivo, pues aunque no hagas nada esos niños acabarán durmiendo bien; y nos dicen que tarda en evolucionar seis años. “A los tres hay una gran mejora -aunque muchas veces surgen otras necesidades que reclaman presencia y que antes no, como las pesadillas. “Hasta que el niño cumpla los seis años, el sueño seguirá siendo bastante volátil”, añaden.
Comenta también que las condiciones en las que se encuentre el cuarto son cruciales para un buen ciclo de sueño. También hace hincapié en que debe estar lo más oscura posible, y que al hacerlo, es importante que los niños estén delante y en contacto con los padres en ese momento. Tampoco debería haber pegatinas con luz cerca de la cama o cuna, ni móviles y demás instrumentos que emitan luces o música. “Tiene que ser un ambiente conocido para ellos, que durante el día sepan que es la habitación para dormir, y oscuridad absoluta durante la noche, pues favorece que no se distraigan y para que así cuando se despierten no vean nada y sigan durmiendo”.
Pero ojo, cuando el niño cumple los dos años, es muy frecuente que tenga algo de miedo a la oscuridad, por lo que sí que es recomendable en ese momento poner una pequeña luz en la habitación, puntualizan.
También tratamos este tema con ella y lo tiene claro. En primer lugar, culpabiliza a la desinformación, pues desde su punto de vista, nos dejamos aconsejar de mitos sin ningún tipo de rigor (como por ejemplo eso de que si lo acuestas más tarde se despertará más tarde, no dejarlo dormir por el día…).
En lugar de adaptarnos al horario de los niños, otro de los errores consiste en pretender que ellos se amolden a nuestros horarios. “Hay una tendencia en España, por nuestro estilo de vida, a retrasar los ‘timings’, en general, de todo. Hacemos toda la rutina muy rápido y tarde. Acostar al niño muy cansado nos lleva a que tenga los niveles de cortisol (la hormona del estrés) muy altos y en estos casos suelen costar bastante. Pero por otro lado, si los llevamos a la cama pronto tenemos la sensación de que estamos perdiendo tiempo de estar con ello, por esa razón creo que nos sucede esto”, comentan.
Por último, les pedimos que nos recomienden un ‘manual de buenas prácticas’ para poder mejorar los ciclos de sueño de los bebés y niños, que desde su perspectiva, sea viable y funcione. Lo resumimos a continuación.
-Tener buenas rutinas y rituales. Crear un ritual contribuye a que el niño vaya más enfocado a dormir y con las revoluciones bajadas. Además, nos va a ayudar como padres a no tener la sensación de que estamos todo el día ‘atropellados’.
-Horarios adecuados a su edad. En este país vamos muy tarde en todo, y hay que calcular que los más pequeños de la casa deben dormir entre 11 o 12 horas diarias. Teniendo esos horarios controlados (su hora de despertarse y el tiempo de siesta que tiene al día) ayuda muchísimo.
-Observarlo. Una cosa es lo que dicen las tablas y libros; y otra muy distinta cómo sea el niño. Teniendo en cuenta esa información conoceremos cómo es su sueño y saber mejor cuáles son sus necesidades.
-Tener un registro. Apuntar qué pasa, cómo reacciono yo, cuántas veces se despierta y a qué horas, cuántas siestas duerme y en qué momentos… “Tenerlo controlado es muy útil. Nos va a ayudar a conocer los patrones de nuestro hijo (señales de cansancio o ventanas de sueño) y cuáles son sus necesidades en torno a los horarios”.
-Y cómo no, un buen ambiente de sueño, sano y adecuado, es clave para un buen descanso.
Si sigues estos consejos, con paciencia y dedicación, puedes ayudar a tu bebé a desarrollar buenos hábitos de sueño que le proporcionen el descanso necesario para un crecimiento y desarrollo óptimos (y para ti, también).