Las infecciones vaginales recurrentes son una molestia con la conviven algunas mujeres. Pero, más allá de suponer un incordio y un problema de salud, ¿pueden suponer un impedimento para conseguir un embarazo? Y si el embarazo ya se ha producido, ¿pueden afectar al feto? Te contamos si este tipo de infecciones pueden perjudicar a la gestación, de una manera o de otra.
No todas las infecciones vaginales son iguales, aunque en realidad ninguna favorece que se produzca el embarazo. Algunas, como la candidiasis y la vaginosis bacteriana, pueden alterar el ph y la flora de la vagina. Cuando esto ocurre, los espermatozoides se encuentran con un ambiente que dificulta su movilidad y, por lo tanto, que alcancen el óvulo. Aún así, una vez tratada la infección, lo esperable es que el ph y la flora vaginal vuelvan a ser favorables para el espermatozoide y su desplazamiento.
En cambio, existen otras infecciones vaginales que pueden dificultar más las cosas. Nos referimos a la clamidia o la gonorrea, que si no se tratan correctamente y a tiempo pueden causar inflamaciones crónicas en el tracto reproductivo.
Las infecciones que solo afectan a la zona vaginal, como la vaginosis bacteriana y la candidiasis, no son en sí mismas un problema grave, más allá de las molestias y de controlar la posible bajada de defensas de la embarazada. Con todo, no están exentas de riesgo. Si el embarazo está avanzado, una vaginosis puede causar la rotura de la membrana que recubre el feto, aumentando el riesgo de un parto prematuro. Pero el verdadero riesgo aparece cuando la infección vaginal está causada por una gonorrea o una clamidia, ya que existe el riesgo de sufrir un aborto, un parto prematuro o de que la infección llegue al feto.
Lo más importante es que el diagnóstico sea lo más pronto posible para que así pueda iniciarse el tratamiento correspondiente. Este va a depender de la bacteria que haya causado la infección vaginal, y puede ir desde antifúngicos locales, en el caso de la clamidia, hasta antibióticos de amplio espectro, en el caso de la gonorrea. En cualquier caso, será el médico el encargado de determinar el tratamiento en cada caso y de adaptarlo a la paciente.
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