Sobrevivir a la adolescencia de un hijo no es nada fácil. Por eso, aunque en algunas ocasiones, la convivencia pueda volverse complicada, lo cierto es que será algo pasajero y que tendrá solución. Se trata de un periodo intenso de desarrollo para los niños, y no solamente físico, sino también emocional e intelectualmente.
Una de las obligaciones de los padres será acompañar en ese proceso a su hijo, para que sepa cómo madurar y cómo comportarse, algo que podrá marcar su carácter de los siguientes años. Eso sí, no hay una edad concreta para que comience la adolescencia y cada niño lo hará en un momento distinto. Por eso, será muy importante poder diferenciar entre pubertad y adolescencia.
En estas dos etapas, la función de los padres será fundamental y siempre tendrán que estar presentes en la vida de sus hijos. Tendrán que cuidar muy bien sus actos, porque los niños podrán entenderlo cómo una intromisión en su vida privada. Aún así, será muy importante que los padres conozcan con quién salen sus retoños y cómo son sus relaciones extrafamiliares, y una de las mejores formas de hacerlo es conociendo a los padres de sus amigos.
Una de las primeras cosas que se deberán hacer, como padres, es entender qué es realmente la adolescencia. Habrá muchos niños que comenzarán a dar muestra de que ya han entrado en esta etapa cuando cambian la forma de relacionarse con sus padres. En estas etapas comienzan a darle importancia a cómo le ven los demás y esa necesidad constante de encajar en un lugar. Así, sus amigos se vuelven uno de los pilares fundamentales de su vida, sobre todo, a la hora de tomar decisiones. También, uno de los estereotipos más extendidos es que los niños comienzan a tener una actitud mucho más rebelde. Y, principalmente, su objetivo será lograr cierta independencia.
Ese periodo también servirá para hacerse una infinidad de preguntas sobre la labor como padre o madre. Así, podrás reflexionar sobre si se está actuando correctamente o si habría que cambiar algo, en el día a día, para que el pequeño se sintiera más cómodo. Para lograr este extremo podrás apoyarte en tu familia, un especialista o aquellas personas que te rodean. Será muy probable que hayas hecho buenas migas con los padres de los amigos de tus hijos, ya que seguramente coincidiréis en algún momento de la vida. Aunque eso sí, la relación será muy diferente a la que había cuando los niños estaban en el colegio.
Sí que es cierto que, durante la adolescencia, los niños tienden a hacer pensar, a la gente de su alrededor, que pueden desenvolverse perfectamente. Por eso, aunque a él no le apetezca, te lo eche en cara o le dé vergüenza, siempre puedes aprovechar cualquier trayecto a casa de su amigo para hablar con sus padres. Así, te sentirás totalmente confiada y podréis intercambiar impresiones. Puede ser que veáis el mundo desde dos perspectivas completamente diferentes, pero tendréis dos hijos adolescentes que tienen muchas cosas en común. También, te ayudará a sentirte más cerca de su estilo de vida, a conocer cómo es y cómo le ven cuando no está en presencia de sus padres.
Aunque eso sí, siempre habrá que tener mucho cuidado de no caer en la súper protección. No porque esto sea algo complicado de gestionar, que también, sino por cómo puede afectar al niño. Este se sentirá que invades todos los espacios de su vida y se puede mostrar a la defensiva. Por tanto, ese interés que muestras por su parcela privada se puede volver en tu contra y podrá causar más de un problema. Con el paso del tiempo, nos daremos cuenta que al adolescente no le importará tanto que conozcamos un poco más de su vida y nos relacionemos con los padres de sus amigos.
Por tanto, dar el paso y conocer a los padres de sus amigos será algo esencial. Más que nada porque, así, podrás llegar hasta a conocer más a tu hijo y a saber cómo es él cuando no estáis presentes. Además, también podrás llegar a hacer amistad con ellos y podréis compartir distintas impresiones. También, se creará un vínculo de confianza, no solo con esos padres, sino, también, con los amigos de tu hijo.