La muerte perinatal es la desaparición definitiva de todo signo de vida en cualquier momento anterior o posterior al parto, pero comprendido entre las primeras 22 semanas de gestación, o más de 500 gramos de peso, y los primeros 7 días de vida.
Y lo cierto es que la muerte de un hijo, antes de nacer, marca para siempre. A pesar de ello, el duelo de la muerte perinatal parece todavía un tema tabú e invisible a ojos de la sociedad. En muchos centros carecen de protocolos y los padres se encuentran perdidos y desolados, sin saber a dónde dirigirse. Por suerte, la situación está cambiando y ya existen distintos grupos de apoyo psicológico que acompañan a los padres.
En los países en vías de desarrollo, uno de cada 40 fetos morirá antes de nacer y 25 de cada 1.000 recién nacidos, antes de los primeros 30 días de vida. En países como América del Norte, Europa y Australia las cifras suelen ser mucho más esperanzadoras y tasa de muerte perinatal es menor, situándose en uno de cada 200 fetos. Si nos fijamos en nuestro país, en España, son dos mil bebés los que fallecen cada año pasadas las 24 semanas de gestación o durante el primer mes de vida.
A estos, hay que sumarles los abortos involuntarios, que normalmente sucederán durante el primero o a comienzos del segundo trimestre de embarazo. Aunque cada año se da tanto muertes fetales como neonatales, la muerte fetal es diez veces más frecuente que la muerte súbita del lactante.
Pero, ¿cuáles son sus causas? Entre las más frecuentes, se encuentran las anomalías genéticas, las malformaciones graves y las complicaciones derivadas de un mal funcionamiento de la placenta, como la restricción de crecimiento y la preeclampsia. En la etapa neonatal, las causas suelen estar relacionadas con la prematuridad y las infecciones.
Cuando esto se produce, lo más adecuado será aplicar un protocolo que permita ir descartando las posibles causas y, así, poder explicar a los padres porque se ha producido la muerte de su hijo. Sin embargo, en un diez por ciento de los casos no es posible identificar la causa de la muerte.
Hasta hace muy poco tiempo, el duelo perinatal era casi invisible. Un duelo poco reconocido por la sociedad, así como tampoco por los profesionales sanitarios. Por suerte, cada vez son más los hospitales que cuentan con el apoyo psicológico necesario para proporcionar a estos padres. De hecho, el cuidado inmediato y respetuoso del duelo debería formar parte de todas las rutinas de todos los profesionales sanitarios. La pérdida suele generar incomprensión social de las emociones y de los sentimientos, además de el dolor de una familia que ha perdido a un bebé.
Para ello, tendrán que hacer un gran esfuerzo y adaptarse a una realidad para la que no se está preparada ni física ni emocionalmente. En muchas ocasiones estos duelos se silencian tanto que se convierten en desautorizados, negándoles a los padres la oportunidad de expresar lo que sienten y cómo se encuentran, soliendo pasar pasar por varias etapas, como la de shock, negación, rabia, tristeza... hasta que por fin se consigue aceptar la muerte del bebé e integrarlo en sus vidas.
No se trata de un camino fácil y es tarea de los sanitarios, familiares, amigos y de la sociedad en general asumir que la muerte perinatal y gestacional existe, que en muchas ocasiones es innarrable, indescriptible y que duele mucho.
Para lograr superar esta tragedia, existen distintos ámbitos, recursos y medidas que darán refuerzo a los padres. Dentro del ámbito sanitario se producirá el ofrecimiento de recursos online, bibliográficos o grupos de autoayuda. También, será necesario facilitar la expresión emocional por la ausencia del ser querido, así como proporcionar apoyo durante el proceso de hospitalización, utilizando la escucha como herramienta terapéutica. Para llevar a cabo todo esto de forma correcta habrá que formar a los profesionales para que sepan cómo actuar en cada fase y en cada momento.
En el ámbito doméstico, lo más recomendable será crear y desarrollar campañas de información y sensibilización social. También se puede recurrir a grupos de autoayuda, que no solo están dirigido a madres y padres sino también a hermanos o abuelos. Será fundamental contar con apoyo y acompañamiento en el proceso de duelo, así como con orientación en los trámites burocráticos. La orientación y la terapia de duelo también será crucial, sobre todo a nivel de pareja, familias o individual.