Es posible que observes que tu bebé recién nacido tiene los ojos con una tonalidad amarilla. Esto puede ser causado por la ictericia infantil, que causa la decoloración amarilla de la piel y de los ojos y que se da cuando la sangre del bebé contiene un exceso de bilirrubina. Esta complicación es bastante común, sobre todo, en aquellos pequeños nacidos antes de la semana 38 de embarazo y, también, en algunos bebés lactantes.
Suele darse porque el hígado del bebé no está lo suficientemente maduro y, por eso, no se podrá eliminar la bilirrubina del torrente sanguíneo. También, por alguna enfermedad que aún no haya sido diagnosticada. En la mayoría de ocasiones, los pequeños no necesitarán ningún tratamiento y en raras ocasiones puede suponer otras complicaciones como un riesgo de daño cerebral.
Como ya hemos comentado, esta complicación se notará debido al color amarillo de los ojos y de la piel del pequeño. Pero para corroborar esto, se podrá presionar suavemente la nariz o la frente del bebé. En el caso de que la piel tenga un color más amarillo podrá ser que el pequeño esté sufriendo de una ictericia leve. Si no lo tiene, el color se verá un poco más claro, pero no amarillo.
Será el pediatra quien determine el diagnóstico del pequeño y analice si sufre alguna complicación. El pequeño deberá ser examinado entre el tercer y el séptimo día tras el nacimiento, momento en el que los niveles de bilirrubina aumenten. Además de los signos ya mencionados, el pequeño podrá parecer más débil o enfermo, no aumentará de peso y tendrá un llanto más agudo.
Esta complicación estará producida por la bilirrubina, ya que el hígado, en condiciones normales, suele filtrarla bien, pero al ser un hígado inmaduro no se eliminará a la suficiente velocidad y se producirá un exceso en el cuerpo del pequeño.
Habrá otras complicaciones que podrán provocar la ictericia como es el sangrado interno, una infección en la sangre del bebé, una infección bacteriana, incompatibilidad con la sangre de la madre, insuficiencia hepática, atresia biliar, carencia de enzimas o una anomalía en los glóbulos rojos del pequeño.
Además, los factores de riesgo son variados, entre ellos podemos incluir nacimiento prematuro, hematomas importantes durante el nacimiento, grupo sanguíneo y amamantamiento. Es decir, aquellos bebés que toman el pecho correrán un mayor riesgo de sufrir ictericia.
Respecto a la prevención, lo mejor será que el pequeño se alimente de forma adecuada. Los bebés deben comer entre unas ocho y doce veces por día durante sus primeras semanas de vida. De esta manera, se podrá prevenir esta y otras complicaciones.