El primer embarazo nos abre las puertas de un nuevo mundo lleno de dudas e inquietudes, porque se inicia un nuevo y maravilloso viaje en el que tenemos mucho por descubrir a cada paso. Tras la experiencia es cierto que se resuelven muchos miedos e incertidumbres, pero nada evita que si se produce un segundo embarazo nos vuelvan a surgir numerosas preguntas.
Un embarazo es siempre un acontecimiento extraordinario y cuando llega el segundo la mayoría de cuestiones parten de una hipotética comparación con cómo fue el primero. Seguro que la tranquilidad es ahora mucho mayor, pero los sentimientos y las emociones vuelven a estar a flor de piel. Por eso queremos ayudarte a resolver las preguntas más frecuentes que suele hacerse una mujer cuando se produce una gestación.
Para empezar, una mujer que ya ha experimentado un embarazo, un parto y que seguramente esté inmersa en la crianza puede permitirse ser más positiva cuando se produce un segundo. La tranquilidad mental es mucho mayor que en el primero, y eso le hará disfrutar aún más de lo que lo hizo la vez anterior porque, inevitablemente, se mueve en un terreno que conoce. Y esto incluye desde las pruebas médicas a los cambios físicos, pasando por todo tipo de vaivenes emocionales.
El cuerpo de una mujer que ya ha estado embarazada ha pasado por una serie de cambios de los que guarda memoria, así que lo esperable es que sí se noten diferencias en varios aspectos. Es posible que si en el primero se experimentaron las dichosas náuseas, no ocurra así en el segundo, aunque también puede ocurrir justo lo contrario. En cambio, hay síntomas que se dan en todos los embarazos, como el dolor de espalda.
Es muy probable y bastante lógico. La mayoría de mujeres que experimentan un segundo (o tercer) embarazo reconocen estar más cansadas que en el primero. Pero por lo general esto no guarda ninguna relación con la gestación, sino con el hecho de ya hay un niño en casa, seguramente de corta edad, que requiere mucha energía, atención y cuidados. Y eso, evidentemente, hace que la embarazada se sienta más agotada y que no disponga de todo el tiempo que querría para descansar.
Sin que podamos asegurar nada, los cambios físicos que se produjeron en el primer embarazo favorecen que el tiempo del expulsivo, la última fase del parto, sea más breve. Del mismo modo que también se suele reducir el tiempo de la fase de dilatación.
Esto es un hecho, más que una creencia, en el que coinciden los expertos, ya que los músculos del abdomen no se recuperan por completo de la distensión del primer embarazo y están más relajados. Esto no significa que engordes más o antes, sino que tu abdomen se adapta con más rapidez a las necesidades del feto a medida que avanza de tamaño.
Si la madre ha recuperado el peso anterior al primer embarazo y sigue una alimentación saludable, además de realizar alguna actividad física compatible con su estado, no hay ninguna razón para que engorde más. De hecho, es más posible que la tranquilidad y el conocimiento con el que afronta el segundo embarazo le permitan cuidarse como se merece.
Que se trate de un segundo embarazo no implica ningún riesgo añadido para el feto. El riesgo puede residir, en cambio, en que la madre afronte esta segunda gestación con una edad avanzada. En cualquier caso, nada más confirmarse el embarazo serán los propios médicos los que dictaminen si existe algún factor de riesgo y si es necesario realizar algún tipo de prueba para descartarlo.
A día de hoy es bastante alto el porcentaje de mujeres (cerca del 70%) que consiguen tener un parto vaginal aunque el primero fuera una cesárea. Siempre que el médico considere que no existe ningún riesgo para el bebé o la madre, o no se trate de un parto múltiple, lo ideal es propiciar que el parto sea vaginal.
No es obligatorio, pero sí muy recomendable, tanto para las madres como para los padres. Es cierto que el primer embarazo es un grado y hay muchas cosas que ya sabremos, pero también habrá otras muchas que habremos olvidado. Estar lo mejor preparadas posible para afrontar el momento del parto y del postparto siempre hará que todo resulte más fácil.
Efectivamente. Y aquí de nuevo entra en juego la experiencia, porque ya no eres una madre primeriza y los cambios que supone la llegada de un bebé a tu vida ya los has experimentado. A estas alturas tienes más confianza en ti misma y eres capaz de desenvolverte con un recién nacido con mucha más soltura. Eso sí, es posible que experimentes sentimiento de culpa al tener que repartir con tu bebé el tiempo que antes dedicabas en exclusiva a tu primer hijo.