La madrugada del 31 de agosto de 1997, Diana Spencer perdía la vida en un accidente de tráfico. Apodada ‘la princesa del pueblo’ por el primer ministro Tony Blair en aquella época, su figura marcó huella más allá del ámbito monárquico, dejando imágenes para el recuerdo que confirman que ha sido una de las princesas más queridas. Tampoco hay que olvidar que sus estilismos, muy imitados por aquel entonces, siguen siendo de plena actualidad. Pues no hay duda de que Diana de Gales fue toda una ‘influencer’ de su tiempo.
Y no solo eso, casi tres décadas después de su fallecimiento su estilo sigue intacto, sirviendo como fuente de inspiración tanto a modelos, celebrities o diseñadores (una muestra de ello sería el bolso ‘Lady Dior’ realizado en su honor, uno de los más vendidos de la Maison). La clave de su éxito residía en el modo en el que combinaba con soltura las tendencias más arriesgadas dotándoles de un toque muy elegante que solo ella sabía dar.
De su vestidor destacaba un gran elenco de firmas internacionales como Oscar de la Renta, Calvin Klein o Christian Dior, pero también apostaba por la moda inglesa; desde grandes marcas como Victor Edelstein, quién le confeccionó gran parte de sus trajes de gala, a Burberry o Hunter. Un abanico de prendas que, aunque muy diferentes entre sí, poseían en común la amplia variedad de patrones, colores y acabados, que a día de hoy bien podrían formar parte de una colección de pasarela en las próximas ‘fashion weeks’.
Como una imagen vale más que mil palabras, a continuación recopilamos una selección con la que se puede confirmar que ha sido, es y será un icono cuyo estilo nunca pasa de moda.
Little black dress. El clásico vestido negro era siempre una opción muy recurrente en su vestidor en los looks de fiesta y siempre acertaba. De entre todos ellos nos quedamos con el llamado ‘vestido de la venganza’, de la diseñadora Christina Stambolian, con el que hizo su primera aparición pública después de que el príncipe Carlos confesase en la televisión pública su infidelidad con Camilla Parker. Una forma de lo más elocuente de decirle al mundo que ahí estaba ella y que era una mujer de diez.
Mallas de ciclista y sudadera, el combo perfecto. La princesa Diana era fiel defensora del 'athleisure' -llevar las tendencias deportivas más allá del gimnasio- y si había una prenda de la que no se separaba era la sudadera oversize, especialmente combinada con mallas cortas y zapatillas.
A la playa marcando tendencia. Sus looks playeros tampoco dejaban indiferente a nadie, donde la mayoría de las veces, combinaba los bañadores con pareos a conjunto. Normalmente optaba por diseños con escote a la cadera para alargar las piernas, tirantes gruesos y cortes sencillos.
Aires 'retro' con jeans y camiseta. Los vaqueros, tanto largos como en versión 'shorts', eran su comodín cuando buscaba un look cómodo y versátil. Los solía elegir en tonos claros, con cintura alta y corte recto y los combinaba con camisetas de algodón básicas donde un cinturón de piel se encargaba de estilizar la silueta y aportarle el toque de elegancia.
Vintage renovado. Tampoco faltaban los estilismos en los que le confería un aire mucho más cosmopolita, con americanas amplias, botas, gorras y todo tipo de accesorios que para la época no podían ser más innovadores (y favorecedores).
Estampados muy locos. Se atrevía también con los prints y patrones más llamativos, como bien puede verse en este abrigo azul marino con grandes cuadros de Elizabeth and David Emanuel en una visita a Venecia con el príncipe Carlos en 1985.
Americana estructurada para dotar de elegancia al look. Diana a menudo las combinaba con básicos y las convertía en la protagonista del outfit, con diseños de hombreras muy marcadas.
Conjuntos monocromáticos. Diana supo cómo lucir con elegancia los looks monocolor en los tonos más arriesgados de una forma equilibrada dejando claro que se puede ir elegante más allá del negro o el rojo.
Brilli brilli. Las lentejuelas también eran uno de sus recursos favoritos en el armario, que lucía en vestidos largos con drapeados, asimetrías y tonalidades claras; configurando así outfits de lo más atrevidos (y elegantes).
Minimalismo y básicos. Otra de sus fórmulas más exitosas residía en optar por piezas de cortes muy sencillos, donde la importancia residía en los colores, muy potentes.