Durante los años 80 y 90 (e incluso el inicio de los 2000), el abrigo de visón fue el símbolo máximo de lujo y estatus en España. Pasó de ser un objeto de deseo en las altas esferas a un símbolo accesible para la clase media. Entonces no lo sabíamos, pero el visón marcó la época dorada en la moda y la sociedad de nuestro país. El visón no solo adornaba los armarios de la jet-set, era el protagonista de los desfiles de moda de programas de televisión de máximo audiencia, como el que presentaba José Luis Moreno, sino que incluso dio nombre al 'clan del visón', un grupo de figuras de la corrupción política en Marbella. Julián Muñoz, exalcalde de la ciudad malagueña, lo mencionó en la entrevista póstuma que emitió Telecinco para referirse a un grupo de personas involucradas en una de las mayores tramas de corrupción de la historia reciente de España. Las mujeres de ese "clan" competían entre sí para ver quién lucía el abrigo de piel más impresionante.
Durante estos años, las famosas patrias e internacionales contribuían a la mitificación del abrigo de visón. Actrices como Sophia Loren, modelos, cantantes y miembros de la realeza lo lucían en galas y eventos, y encumbraron al visón como un símbolo de estatus prácticamente universal. En España, mujeres como Isabel Preysler, Rocío Jurado e incluso la reina Sofía, además de las aristócratas de la época, se sumaban a esta tendencia. El visón dominaba los desfiles de las grandes firmas como Fendi o Yves Saint Laurent y se veía en las portadas de las revistas de moda más importantes del mundo.
El auge del visón fue tal que incluso llegó a democratizarse. De hecho, El Corte Inglés, viendo el deseo creciente de las mujeres españolas por poseer uno de estos abrigos, lanzó en 1989 una línea de crédito especial para facilitar su compra a plazos. "Era el Levi's de las adultas", explica Raquel Peláez en su libro 'Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España' (Ed. Blackie Books), en el que realiza una radiografía de los pijos en España, desde el S. XIX a la actualidad. El visón no era solo una prenda de vestir; era un pasaporte al mundo de la élite.
Óscar de Diego, gerente de la histórica peletería Piedad de Diego en la calle Velázquez y considerada la mejor peletería de Madrid por los usuarios de Google, recuerda con claridad los años dorados del visón. El negocio familiar, fundado en 1985, fue testigo directo de la explosión de popularidad de estas prendas. "Hubo un 'boom' por los abrigos de visón, y se extendieron a todas las clases sociales", comenta De Diego. "El poder tener acceso a ese símbolo de estatus era el objetivo de muchas mujeres y familias, representaba la buena salud económica y el interés en disfrutar de sus cualidades inigualables". Aunque, como aclara, "no solo los abrigos de visón eran los más demandados en las altas esferas, sino que las chinchillas y las martas cibelinas realmente eran quienes marcaban la diferencia dentro de la clase más elitista al igual que las herencias de pieles de felinos".
Llegó un punto en el que el abrigo de visón dejó de ser exclusivo de las élites y comenzó a formar parte del armario de muchas españolas de clase media alta. Era una inversión de futuro y, al mismo tiempo, una declaración de poder y estilo. "Nuestra firma siempre se mantuvo en la fabricación nacional con diseños propios y únicos", afirma De Diego, diferenciándose de otras marcas que optaron por la producción masiva en países asiáticos para abaratar costes y llegar a más público.
Y es que el visón también era un símbolo heredable. Para muchas familias, adquirir un abrigo de este tipo significaba dejar un legado, una prenda que pasaría de generación en generación. "Un buen abrigo de piel dura más de 40 años", comenta Óscar de Diego. "Hoy en día, tenemos lista de espera para reformar prendas heredadas. Muchas clientas quieren nuestro diseño, pero usando la piel de su madre o abuela". Este valor emocional añadido hizo que la fiebre por el visón fuera algo más que una tendencia pasajera; era una inversión que trascendía modas. “En esa época el abrigo de visón no sólo era percibido como una prenda que aportaba estilo o cierto estatus, sino que incluso mucha gente lo veía como una inversión, una prenda heredable por hijas o nietas, de ahí que muchas familias estuviesen dispuestas a hacer un esfuerzo económico en ese sentido”, apostilla Ana Iriberri fundadora de AIAsesoresdeimagen.
Con la llegada del nuevo milenio, la percepción del lujo comenzó a cambiar. El crecimiento de una conciencia sobre el bienestar animal y la sostenibilidad afectó directamente al mercado de las pieles. Grandes marcas de moda como Stella McCartney dejaron de incluir pieles naturales en sus colecciones para responder a una nueva demanda por parte de las generaciones más jóvenes, que asociaban el uso de pieles con crueldad animal. “El cliente cada vez está más concienciado y exige a las firmas y diseñadores un mayor esfuerzo en términos de sostenibilidad y respeto animal. Por eso en el sector se han desarrollado numerosos materiales sintéticos que logran obtener desde un punto de vista estético prácticamente el mismo resultado”, apunta la fundadora de AIAsesoresdeimagen.
A pesar de este declive, Óscar de Diego observa que, para un sector de su clientela, el visón sigue siendo una prenda apreciada, aunque con matices. "La gente tiende a confundir maltrato animal con crianza animal para consumo. En la producción de pieles, no solo se usa la piel, se aprovecha todo el animal", comenta De Diego, que señala, a su vez, que falta información sobre los procesos de fabricación. De hecho, en la actualidad, la demanda se inclina más hacia la reforma y personalización de prendas heredadas que hacia la compra de visones nuevos, pero el interés por la calidad sigue ahí, especialmente entre las nuevas generaciones que buscan piezas únicas y artesanales. "Actualmente estamos notando un cambio de tendencia en el perfil joven de 30 años, que busca calidad frente al 'fast fashion' de almacenaje en el armario", remarcan desde la peletería Piedad de Diego, que, hasta hace muy poco, sus clientas eran mujeres que rondaban los 50 años.
Es cierto que aunque el visón ya no reina como antaño en las pasarelas ni en los armarios de las famosas, su legado sigue presente en la moda. Si bien muchas marcas han apostado por materiales sintéticos y sostenibles, aún hay quienes ven en el visón un símbolo de lujo auténtico, difícil de imitar. "El lujo es lujo, independientemente del tipo de artículo", señala De Diego. "Un abrigo de piel natural nunca podrá tener el precio de un abrigo de imitación, porque los procesos y la calidad son muy diferentes".
Para muchos, la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente son los nuevos símbolos de estatus. Sin embargo, en talleres artesanales como Piedad de Diego, el visón sigue siendo una prenda valorada, no solo por su historia, sino por su calidad y capacidad para perdurar en el tiempo. El abrigo de visón, que una vez fue símbolo de poder absoluto, es ahora una pieza nostálgica, un reflejo de una época dorada en la moda española que, aunque ha perdido su brillo, sigue despertando admiración.