El temor a pasar San Valentín sin pareja es cosa del pasado. Y eso que hasta hace poco ni las series de televisión ni las comedias románticas no los ponían fácil. El listado de personajes de ficción a los que hemos visto sufrir por tener que pasar el día de los enamorados sin compañía es interminable. Por suerte, esos días han llegado a su fin y podemos gritar a los cuatro vientos las ventajas de la soltería, reivindicándola como se merece. Así que toca celebrar el 14 de febrero sí o sí, con pareja o sin ella, porque el amor por uno mismo no tiene nada que envidiar al amor en pareja. Así que apunta estos planes de San Valentín para solteros y celébrate ese día como te mereces.
Destierra ya esa imagen que tenemos tan arraigada de la chica deprimida en el sofá de su casa viendo pelis de amor y comiendo litros de helado para superar su tristeza. Elige una buena comedia, una película de acción o, si te gustan, una de terror. Prepara las palomitas, pide una pizza y disponte a disfrutar.
Si no tienes que hacerle un regalo a nadie y nadie te va a hacer un regalo a ti, tienes total libertad para invertir en ti ese día. Ve de tiendas o sumérgete en el paraíso del shopping online y regálate algo que llevaras tiempo deseando: un vestido, un conjunto de lencería, unos zapatos… Deja las culpas a un lado y date ese homenaje que te mereces.
Sabemos que no eres la única soltera de la pandilla y que a veces cuesta encontrar la excusa para hacer una quedada de singles. Pues ya la tenéis. San Valentín es la noche perfecta para reservar mesa en un restaurante y disfrutar de una cena en buena compañía. Y, por supuesto, que el postre sea ir a bailar hasta que el cuerpo aguante.
Seguro que hay lugares de tu ciudad a los que siempre estás pensando en ir a conocer, pero al final lo terminas dejando por diferentes motivos. Conviértete por un día en turista de tu propia ciudad y piensa en ese museo, esa terraza con vistas o el parque al que nunca has ido, y descúbrelo por primera vez ese día.
Es que solo con pensarlo ya nos empezamos a sentir más relajadas. Un spa es un templo donde es imposible no disfrutar y salir de allí sintiéndote una verdadera diosa. Como se trata de un día especial, además de sumergirte en el jacuzzi, reserva un masaje relajante, porque te lo mereces.
Lo de pedir pizza o hamburguesa siempre es una buena opción. Pero también lo es regalarte una sesión de cocina en la que te prepares un menú digno de concurso. Piensa en lo que de verdad te gustaría comer, algo que te produzca verdadero placer (¿alguien dijo marisco?) y date un homenaje gastronómico sin rendir cuentas a nadie. Con postre incluido.