Tamara Falcó desvela el motivo por el que le cuesta perdonar a Íñigo Onieva: "Yo decido lo que está mal"

Medio año ha pasado desde el "sí, quiero" entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva, que ponían el broche de oro a una relación marcada por la mediática infidelidad del empresario a la marquesa de Griñón en el Burning Man de Nevada. Como si de una segunda vida se tratase, el reciente matrimonio ha corrido un tupido velo y ahora, como la canción de Sabina, todas sus lunas, son lunas de miel. Desde su paso por el altar, la pareja no ha perdido el tiempo y, además de mudarse a su casa definitiva, están dando la vuelta al mundo. Sin embargo, parece que no es todo color de rosas como muestran en sus redes sociales y la hija de Isabel Preysler ha destapado la parte menos dulce de su etapa como casados.

El motivo de las frecuentes discusiones entre Tamara e Íñigo

Tras su épico "nanosegundo en el metaverso" y su "jamás perdonaría una infidelidad", Falcó decidía perdonar el desliz de Onieva en este conocido festival estadounidense. Ambos firmaron un pacto de no volver a hablar sobre el asunto para no volver a remover aquella etapa tan difícil para los dos. Sin embargo, eso no ha impedido que, como cualquier otra pareja de a pie, mantengan discusiones.

La hermana de Ana Boyer ha reconocido que, como muchas mujeres, "tiene cambios hormonales" por los que, "estás muy enfadada sin saber por qué". Además, como ha puntualizado en otras ocasiones, ha subrayado que esos cambios de humor también afectan a su matrimonio con Onieva cuando éste le pregunta el motivo: "Íñigo tiene la mecha como mucho más corta que yo, yo tardo mucho más en desenfadarme".

En el programa que conduce Pablo Motos, la marquesa de Griñón ha confesado que, cuando ocurre eso, a veces ni cenan juntos, "hasta que se levanta, me abraza y me dice si pasamos de esto. Me puede durar bastante", ha reconocido. La hija de la reina de corazones no ha tardado en darse cuenta que, durante su convivencia con su esposo y sus discusiones, que "le cuesta perdonarle", hasta que él "hace un gesto" y es entonces cuando ella empieza a "reaccionar positivamente" y "le empieza a hablar".

Con la naturalidad que la caracteriza, Falcó también ha dejado claro que es ella la que suele poner fin a esas discusiones, ya que considera que la mayoría de las veces tiene la razón. "En mi cabeza yo soy jueza y decido lo que está bien y lo que está mal y soy la que dicta sentencia", ha concluído.