De la infinidad de proyectos televisivos en los que ha estado al frente Ramón García, conocido popularmente como Ramontxu, a lo largo de su impecable trayectoria profesional, sin duda ‘¿Qué apostamos?’ o ‘El Grand Prix’ son los programas que más recuerdos ha dejado a la audiencia, que suele pedir la vuelta de estos formatos a la pequeña pantalla a través de las redes. Al igual que Cristina Pedroche o Anne Igartiburu, este bilbaíno también se convirtió en un verdadero icono de la Nochevieja, vistiendo durante 16 años no consecutivos su memorable capa para dar la bienvenida al año frente al reloj de la Puerta del Sol. Un rostro imprescindible en la historia de la televisión española que supo mantener su vida privada lejos de aquellas cámaras que ahora, tres décadas después de sus comienzos, le siguen dando tantas alegrías.
Ramón forma un tándem perfecto con Patricia Cerezo, su mujer, a la que conoció en los pasillos la televisión. Ella trabajaba como azafata y él estaba al frente de uno de sus exitosos programas. El destino unió a esta pareja y les condujo hacia el altar hace 24 años, llevando actualmente “la mitad de sus vidas” como matrimonio. Cada aniversario de bodas se convierte en un día muy especial para la pareja, que sigue conservando la ilusión, la pasión y el amor del primer día.
“Viendo estas imágenes siento una mezcla de nostalgia, alegría y pena a la vez. Son muchos años y han pasado muchas cosas, buenas, malas y regulares. Pero es que esto es la vida”, publicaba en 2020 una grabación del día de su boda. “Yo, como buena Aries, me quedo siempre con lo bueno. Y con lo mejor de todo, mis hijas. Nuestra familia es lo más bonito que hemos formado. Por eso no puedo más que dar gracias a la vida”, añadía.
Entre estas "cosas malas", una importante pérdida familiar, la del padre de Ramón hace poco más de un año, que se ganó el amor y el respeto de su nuera en vida. “He tenido la suerte en esta vida de tener al mejor suegro del mundo. Desde el primer día que me conoció, hace más de 24 años, que me ha tratado y me ha querido como una hija”, se despedía de él en redes. “Has sido mi debilidad, querido suegro. Y la tuya, tus nietas. Te dejabas hasta despeinar por ellas, que tu hijo decía que jamás permitías que te tocaran el pelo, siempre tan impecable”.
La pareja tiene dos hijas, Natalia, de 17 años y Verónica, de 14, que habrían “salido a su madre” de guapas, según confesaba el comunicador en el Festival de Televisión de Vitoria, donde recogía el premio a mejor programa autonómico por ‘En Compañía’, el cual presenta en la actualidad con éxito en Castilla la Mancha Media. “Las dos son buenas. No sé si se dedicarán a la televisión, que hagan lo que quieran, pero son dos niñas estupendas”, hablaba orgulloso de ellas en este mismo evento.
Los cuatro forman una familia modélica alejada de cualquier tipo de polémicas, a diferencia de los hijos de otros rostros conocidos. "En casa el capote lo llevamos los dos. Lo hacemos todo al alimón, como se suele decir", aclaraba cuál era el reparto de responsabilidades Cerezo, que garantizaba en esta entrevista para ‘Vanitatis’ que no le afecta lo más mínimo la fama de su pareja porque “cuando trabajas en algo público lo importante y lo ideal es que te reconozcan”.
Ramontxu se ha convertido en uno de los grandes apoyos de Ana Obregón en este trágico año para la presentadora. "Cuando llegué a casa por la noche, la llamé. Ella me cogió el teléfono y estuvimos veinte minutos o más casi sin hablar, llorando los dos", recordaba en una de sus últimas entrevistas cómo fue su primera conversación tras la muerte del hijo que tuvo con Alessandro Lecquio. Sobre ella y sus recuerdos en ‘¿Qué apostamos?’ habló distendidamente en el programa Lazos de Sangre, rememorando que uno de los peores momentos de su vida lo vivió en este mismo plató.
“Siempre que te ocurre una desgracia y te toca hacer un directo, haces el mejor programa de tu vida. Yo he tenido pérdidas personales e incluso perdí un hijo haciendo un ensayo de un ‘¿Qué apostamos?", destapaba este trágico episodio en el programa ‘Lazos de Sangre’. "Al día siguiente hicimos el programa en directo y mi mujer siempre iba a verme y fue. Se sentó en su sitio de siempre, aguantó ahí el tirón, siempre mirándonos, y posiblemente fue el mejor programa que he hecho en mi vida", confesaba.